Mientras observaba noticias sobre la evolución de la pandemia, después de aproximadamente 700 días desde que obtuvimos algún tipo de información de Wuhan y con el pasar de las diferentes mutaciones o variantes del virus (cerca de 11 variantes a este instante, identificadas con el alfabeto griego), quise reflexionar sobre la clasificación de los individuos-especie-sociedad, un tema que tuve la oportunidad de leer en el libro clásico de Aldous Huxley, Un Mundo Feliz, en el que llama Alfa, Beta, Gamma, Delta y Épsilon a los primeros individuos, desde los más inteligentes, altos y guapos, hasta los bajos, tontos y feos.
Sin embargo, en ese mundo imaginario, todos son felices, no hay guerras, no hay hambre, no hay envidias, tampoco familia, ni otras cosas, y donde convivir era lo fundamental gracias al “medicamento” de la felicidad (soma) que lograba, cuando esto era necesario, que las personas olvidaran sus problemas, se tranquilizaran y evadieran su realidad. Tal vez muchos medicamentos como este los tenemos a diario en otras presentaciones. Como reflexiona el español Octavi Fullat, en su libro Filosofía de la Educación, en el que expresa, “la naturaleza sola no le sirve al ser humano para ser precisamente hombre, siempre queda perplejo, irresoluto, turbado y menoscabo”.
Esto mismo nos lleva a mirar hacia el futuro, incertidumbres y prohibiciones que hacen que exista el hombre y nos encamina a resolver preguntas como ¿qué va a ser de mí? y ¿qué voy a hacer de mí? y que sus respuestas estén orientadas a diseñar la moral. Lo imprevisible es una característica de nuestro mundo. En palabras de Edgar Morin, “la sociedad humana deberá transformarse, la democracia, la equidad y la justicia social, la paz y la armonía con nuestro entorno natural deben ser las palabras claves de este mundo en devenir”.
Es por ello, que nuestra formación, como institución de educación superior, y de acuerdo a su tipología tecnológica, nos lleva a comprender su terminología a partir del concepto de la técnica, como lo expresa el Profesor José María Mautino en su libro Didáctica de la Educación Tecnológica, “si se quiere que la educación llamada general llegue a serlo verdaderamente, es indispensable desarrollar la educación tecnológica, donde su propósito se centra en comprender, analizar y experimentar el mundo tecnológico”.
Es así como la técnica, es indudablemente una aliada del hombre, que le debe servir ya que comprende un enfoque mucho más amplio que las técnicas porque trabaja en el cómo hacer, mientras la tecnología incluye también el por qué, el para qué, el dónde y el cuándo se produce un determinado producto tecnológico. Por otra parte, la técnica hace, en cambio la tecnología hace y reflexiona, es decir, la tecnología integra el saber hacer con el hacer para saber.
El mismo Octavi Fullat también describe la técnica como un saber hacer, un saber hacer otro mundo, un saber para cambiarlo y reconoce que la ciencia depende de la técnica, y esta depende de ella. La ciencia es una modalidad de saber, es un modo de investigar, es decir, de obtener respuestas a preguntas dadas.
De esta manera, quedamos abiertos al objetivo de la realización personal de nuestras vidas, a nuestra formación, al concepto de Bildung, que surgió en Alemania y que Rebekka Horlacher lo referencia como lo que queda después de que uno olvida todo lo aprendido, que solo a través del desarrollo de este recurso cultural, se hará posible el crecimiento y, por ende, el bienestar de la sociedad.
En este concepto al profesor le toca el papel de multiplicador, animado por este espíritu, orientando hacia los contenidos de la enseñanza y despertando en sus estudiantes el espíritu que los convertirá en parte del movimiento hacia la totalidad del pueblo.
Es así que iniciamos nuestro MMXXII, año del tigre según el horóscopo chino, que estará enmarcado por una renovación que solo será posible a través de la educación, integrando a la personalidad del educando y beneficiando a todos, para así llegar a su perfeccionamiento interior, es decir a una transformación de inicio a fin.
Con afecto,
Prof. Dr. Sc. Omar Lengerke Pérez