Despertamos cada mañana con la esperanza de volver a los mejores tiempos, tal vez para disfrutar momentos que no valoramos en el pasado. Las costumbres han cambiado, el cuidado como fundamento moral sigue predominando en nuestro diario vivir y este debe ser priorizado con el fin de cumplir con la humanidad en todo lo que anhelamos y soñamos.
Son tiempos para autoevaluarnos y de replantear nuestros proyectos de vida, sin olvidar que lo que vivimos cada día son historias, son hechos de ese libro que vamos escribiendo y hojas con separadores especiales de tiempos excepcionales como los actuales que trascenderán en un capítulo particular de esta travesía.
Estos tiempos de reflexión, cuando varios autores han escrito sobre pestes, hambrunas y guerras, nos permiten evidenciar que esas historias se repiten. Nuestro mundo ha logrado superar varias pestes: española, negra, viruela, ébola, entre otras, que tuvieron origen y evolucionaron por errores humanos y que tuvieron que ser resueltos por el mismo hombre.
Somos nosotros los responsables de cada acto en nuestras vidas y si no aprendemos de estos desaciertos, la naturaleza se encargará de mostrarnos y justificar lo sucedido. Hoy podemos pensar que lo sucedido es un capítulo similar a esas mismas tragedias, que por culpa de un virus, también se están aislando millones de personas, muchas de ellas con otras enfermedades que no debemos olvidar porque, incluso, tampoco las hemos podido controlar y continúan afectando a nuestra sociedad como el hambre o el sobrepeso, el cáncer, el estrés y la ansiedad, entre otros males.
Tal vez estos tiempos hacen que nuestras reflexiones se enfilen para preguntarnos ¿estamos haciendo lo correcto para que nuestras próximas generaciones vivan en un mundo mejor? Esta pregunta debe ser prioridad para estudiar y diseñar nuevas políticas mundiales que protejan lo más valioso que tenemos: la vida y nuestra naturaleza. Sin embargo, es hora de aprender en medio de este caos que nos ha obligado a reconstruir y transformar nuestro hábitat para definir cuál será nuestro futuro.
En estos tiempos de travesía el ser humano puede aumentar sus niveles de ansiedad, por eso es importante cuidar la salud mental para no ocasionar traumas que puedan afectar nuestras relaciones familiares, e incluso laborales, y es por esto que quiero expresar a toda la comunidad Uteísta que, si bien es cierto que desde el inicio el camino ha sido difícil y nos ha traído obstáculos en la mitad, ahora debemos pensar en el maravilloso encuentro que vendrá al final.
Ante esta situación, cada uno de los que hacemos parte de esta familia Uteísta necesitamos dar ejemplo para inspirar, influir y crear cambios positivos ante las adversidades. Cada uno es energía de sí mismo y es responsable de crear las mejores condiciones en estos tiempos de travesías y ansiedades para que podamos brindar un mejor bienestar a todas las personas que conviven en nuestro entorno.
Pronosticar el futuro nunca será fácil y la dinámica de nuestras vidas y la naturaleza hace que sea más difícil. La historia nos ha enseñado múltiples travesías desde los sectores económicos, políticos y sociales, sin embargo, las estructuras de la mente han permanecido iguales en los seres humanos, solo con revisar libros de historia es suficiente para ver lo que reflejan los pensamientos, sentimientos y hechos que aún se están viviendo, y por eso debemos moldear esas esperanzas que deseamos alcanzar.
No podemos confundir que, por estar buscando salud, felicidad y bienestar, de manera gradual, estemos perdiendo valores y principios fundamentales como seres humanos. Hoy necesitamos ser valientes y no volvernos víctimas de injusticias creadas por nuestra mente, es imposible construir éxito sobre excusas y debemos pensar con certeza que cada día que despertemos nos vamos a sentir más vivos y el futuro será más radiante que nunca.
Por: Prof. Dr. Sc. Omar Lengerke Pérez