Deseo iniciar este editorial, con un bello poema del gran poeta portugués, Fernando Pessoa, titulado, Esto, escrito en abril de 1933.
Dicen que finjo o miento siempre que escribo. No.
Yo simplemente siento con la imaginación. No uso el corazón.
Lo que sueño o me pasa, lo que yerro o termino, es como una terraza sobre algo que adivino.
Ese algo es bello, opino.
Por eso escribo lejos de lo que me rodea,
libre de titubeos, serio, aunque no lo vea.
¿Sentir? ¡Sienta quien lea!
Dicen que la emoción no es conquistada con lo trivial, pero sí con lo inesperado. Hoy nos encontramos nuevamente en un diálogo entre estudiantes y profesor. Pero ¿para qué nos encontramos?
Cuando tenemos un sueño la vida tiene más sentido. Cuando tenemos algo por lo cual queremos y necesitamos luchar, ganamos motivaciones y planeamos el futuro. Nuestros estudiantes vienen esforzándose y dedicándose para alcanzar el tan soñado objetivo de formarse profesionalmente, con determinación, disciplina y voluntad, lo conseguirán.
Estamos orgullosos de ustedes y muy felices por sus esfuerzos y sacrificios, nuestros amados estudiantes, al final, reconoceremos que hacen todo eso porque lo quieren, lo desean, porque lo soñaron, y no porque necesitaban probarle algo a alguien. Su futuro y el éxito están solo iniciando. Esta etapa naciente de sus vidas estará marcada por nuevos desafíos que, con seguridad, van a superar con proeza.
Quiero invitarlos a que sigan aprendiendo, el aprender es algo bello, no asuman una postura constante de reclamación en la vida, no olviden sus ideales, no tengan miedo, no midan sus esfuerzos cuando tengan la posibilidad de construir una vida más feliz.
Quiero recordarles la preocupación que vivimos por aquel tiempo, que se extendió por meses, y que muchos tuvimos la angustia de percibir. Tal vez en algún momento, tuvimos la sensación de estar perdidos en un desierto, sin idea de qué hacer, y así, llegaron sentimientos de falta y eternos cuestionamientos, ¿cómo habría sido sin la pandemia? Es importante pensar que el pasado ya no nos pertenece, sin embargo, queda perenne en los libros de la historia. Y ahora es su mayor dádiva, es reflejo de todo el esfuerzo y la conquista diaria, significa que consiguieron llegar hasta aquí, cada uno con su historia y personalidad diferente, pero todos con un objetivo en común, la realización de sus estudios de pregrado.
Vivimos momentos considerados por muchos de normalidad, para otros de desestabilización, mediante una transformación continua de nuestras ciudades, de nuestras labores, de nuestros trabajos, de nuestra acción, como bien lo menciona Hannah Arendt en su libro, La condición humana: “El desafío ahora es el de acompañar gigantescas mutaciones y el que nos hace pensar, es el lugar de todas esas contradicciones, que hace a la emergencia de nuevos paradigmas o de la ausencia de estos”.
Todos somos producto de nuestras decisiones. Ustedes pueden no haberlo notado, pero en este momento, son espejo para mucha gente. ¡Valientes!, más vale el fin de las cosas que su principio, y solo vive el propósito quien soporta el proceso. Recuerden siempre tres cosas: la paciencia es mayor que la arrogancia, el desierto es una esfera pasajera y no de refugio, y con Dios, todo es posible.
Estamos hoy aquí en nuestra institución, con el compromiso de enaltecer el poder transformador de la educación y reflexionar sobre el papel fundamental de la educación pública en nuestra sociedad. Quiero decirles que es un privilegio educarse en una institución pública y gratuita, como la nuestra. Actualmente, cerca del 98 % de nuestros casi 24 mil estudiantes hacen parte de la política de gratuidad, y ustedes se están educando aquí. La historia de cada uno de ustedes no acaba en este lugar. Quiero usar este momento para motivarlos a continuar para el frente, aún tenemos muchas conquistas en el frente, pero recuerden que el éxito depende de la dedicación de cada uno.
Cada día en las UTS, es uno de aquellos que marcamos en nuestro calendario, como cuando señalamos una hoja de un libro que siempre queremos recordar y buscar rápidamente, un día que simboliza mucho más que el proceso de un ciclo académico, es el día en el que nos llenamos de conocimientos, en el que reconocemos nuestras luchas diarias, y por encima de todo, nuestra resiliencia. Se puede decir que cada día en el que llegan a la institución vencen inseguridades, limitaciones, vencen las estadísticas que dicen que no son capaces, porque ustedes creen en sí mismos.
En algunas páginas leí que los héroes son personas que hicieron lo que era necesario hacer, enfrentando consecuencias. Descubrí que se lleva mucho tiempo para transformarnos en la persona que queremos ser, y que este es demasiado corto. Aprendí que no interesa a donde llegamos en algún momento, lo que verdaderamente importa es para dónde estamos caminando. Aprendí que debemos cultivar nuestros jardines y adornar nuestra alma, aprendí que nuestras dudas son traicioneras y que nos hacen perder el bien que podríamos conquistar, si no fuese por el miedo de intentar. Es interesante ver cómo la gente aprende después de algún tiempo que realmente la vida tiene valor.
Cada uno de ustedes vive una historia y necesita ir más allá de sus límites. Escribió Byung-Chul Han, en su tratado, La desaparición de los rituales: “Lo que se recuerda es pasado, se repite en sentido retroactivo, mientras que la auténtica repetición recuerda hacia delante. La repetición genera duración e intensidad, se encarga de que el tiempo se demore”.
El proverbio dice que, si permanece en un lugar durante un tiempo determinado, se convierte en ese lugar. Y los profesores damos fe que ¡es verdad!, somos de los lugares en los que hemos estado. Y no se preocupen, no importa cuántos años pasen o hasta dónde lleguen, su pasado siempre estará detrás de ustedes. Por siempre serán esas aulas, esos pasillos y todos los espacios en los que estuvieron, una parte de ustedes nunca más saldrá de ese lugar, de las UTS.
Con afecto,
Dr. Sc. Omar Lengerke Pérez
Rector