SUEÑOS POSIBLES

En nuestra alma mater, las UTS, reflexionamos sobre lo arriesgado que sería tener una educación que no funcione, que no tenga estructura ni profesionales competitivos (distinto al precio), condición fundamental para cualificar a nuestra sociedad para el desafío de establecernos en un contexto global. En la formación, o mejor como lo referencia el profesor Germán Bula Caraballo, en su disertación “Spinoza, Educación para el cambio”, en el empoderamiento en el proceso educativo, consideramos importante que la investigación, la innovación y la creatividad, sean ejes fundamentales para el desarrollo de una región y de un país. La educación transforma conocimiento en calidad de vida para las personas y da prospectiva hacia la movilidad social en la búsqueda del equilibrio en los seres humanos, para servir a la humanidad.

El objetivo nuestro desde hace siete años, es trabajar para colocar la academia en cada uno de los seres con los cuales convivimos en este planeta y llevarlos de la mano a nuestra institución, para generarles oportunidades y sueños, que hacemos posibles.

El desarrollo de nuestra institución en cada una de las regiones donde estamos al servicio de la comunidad, debe estar presente y atento a las necesidades y vocaciones económicas de esta región, ya que somos seres singulares y nuestra institución es singular. Además de la producción de conocimiento girada en torno a la sociedad y la comunidad, las UTS tienen también importancia para la economía del futuro, apoyada en conceptos de sustentabilidad y sostenibilidad, que conllevan al desarrollo, la preservación del medio ambiente y la inclusión social. Es preciso encarar esa construcción de áreas de saber como un agente transformador de la realidad.

 Las UTS son un icono de nuestro departamento con la misión de forjar grandes profesionales en la economía y en otras tantas áreas de conocimiento. Aquí aprendimos y enseñamos valores como competencia y profesionalismo como un bien común. También es observado que nuestro trabajo de formadores en la experiencia del plano real, tiene mucho que ver con ese relacionamiento virtuoso que algunas veces se establece entre sociedad y academia.

Lo que hagamos, donde quiera que estemos, siempre habrá un camino a seguir: el camino de la vida puede ser el de la libertad y de la belleza, pero nos extraviamos. La codicia, el rencor, el resentimiento, la amargura existencial, el hecho de que no podamos ser felices, de no llegar a ser hombres y mujeres mejores, más serenos y más equilibrados, sino el hecho de haberse convertido en personas amargadas, angustiadas, sin dirección y sin rumbo cierto, y aquí aparece una dolorosa constatación, estas cosas envenenaron nuestra alma y el alma de muchos hombres de nuestros tiempos. Estas cosas levantaron en el mundo las murallas de los odios, de los resentimientos y todo esto nos ha hecho marchar a paso de ganso para la miseria y las muertes y la violencia cada vez más acentuada.

Creamos la época de la velocidad, pero nos sentimos encerrados dentro de ella. La máquina que produce abundancia, nos ha dejado en penuria. Nuestros conocimientos nos hicieron escépticos; nuestra inteligencia, empedernidos y crueles. Pensamos demasiado y sentimos demasiado poco. Más que máquinas necesitamos humanidad. Más que inteligencia, necesitamos de afecto y dulzura. Sin esas virtudes, la vida será de violencia y todo será perdido. ¡La vida no es más que un intento!

Muchas veces no recordamos de agradecer y solo reclamamos. Gurumayi una vez dijo: “Cuando nos volvemos gratos, recibimos más, cuando expresamos nuestra gratitud, recibimos aún más”. Esta es la ley de la naturaleza. Los maestros sabios nos enseñan a agradecer tanto las cosas buenas como las cosas malas, comprendiendo que todo sucede para mejorar y que todo sigue en un plano divino. Dios quiere que extraigamos lecciones de las dificultades, que son como esmeriles puliendo y desarrollando las virtudes en nuestro interior.

Pasados tres años, estamos liderando el ranking de las mejores Instituciones tecnológicas del país. Es muy bueno cuando buscamos dar lo mejor de nosotros en todo aquello que nos proponemos hacer, lo mismo que algunas veces, estamos restringidos en nuestra capacidad, pues no podemos ir más allá de nuestros límites. Pero lo más importante es que somos conscientes de nuestra misión en la vida terrenal. Lo escribo con altivez y simplicidad ya que no pretendemos parar: ¡estancarnos, jamás!

Con afecto,

Prof. Dr. Sc. Omar Lengerke Pérez